Con «Doña Rosita la Soltera o El lenguaje de las flores» (1935) Federico García Lorca (1898-1936) escribe una comedia que refleja la intrahistoria de un mundo que una vez definió como «la triste España del 98». Comedia del novecientos, drama del Modernismo, la acción se sitúa en el microcosmos de una ciudad de provincias, Granada, sobre la que resuena en sordina todo el cambio de gustos, modas y comportamientos que invadió Europa con el cambio de siglo. Esta cuidada edición a cargo de Mario Hernández ofrece también, con otros documentos, el primer acto de una comedia inacabada, «Los sueños de mi prima Aurelia» (1936), con la que García Lorca pensaba continuar un ciclo de «crónicas granadinas», que quedaría al fin truncado con su vida.