El trabajo que da título a Historia de la eternidad se ocupa del tiempo y de su negación y examina dos concepciones contrapuestas de eternidad: la alejandrina, de raíz platónica, y la cristiana, nacida con la doctrina trinitaria de Ireneo y formalizada por San Agustín. Otras dos penetrantes digresiones estudian la doctrina de Nietzsche sobre el eterno retorno y las concepciones basadas en el carácter recurrente del movimiento histórico. El examen de las versiones clásicas de «Las 1001 noches» ilustra los condicionamientos culturales e históricos de la labor de traducción.