El estudio de Jorge Luis Borges sobre Evaristo Carriego — poeta argentino que disfrutó de popularidad a principios de siglo — no es un simple ejercicio crítico-biográfico ni un conjunto de estampas costumbristas, sino que late en él el propósito de recrear el desconocido medio que rodeó la niñez aislada y protegida de su autor. Obra «menos documental que imaginativa», en ella Borges — criado «en un jardín, detrás de una verja con lanzas, y en una biblioteca de ilimitados libros ingleses» — relata la crónica de ese «Palermo del cuchillo y de la guitarra» en el cual durante años creyó que había transcurrido su infancia.