En el año 470, Wulfric — uno de los más notables guerreros visigodos — es enviado a Hispania por el rey Eurico con la misión de aclarar unos misteriosos sucesos que obstaculizan los planes del monarca para ocupar toda la antigua provincia romana: desde hace meses desaparecen jóvenes sin dejar rastro, y la población culpa a los pocos visigodos asentados en Hispania de haberlos secuestrado; incluso se rumorea que estos jóvenes son utilizados en ceremonias demoníacas y rituales de canibalismo. En De buitres y lobos Francisco Galván narra, en clave de misterio y aventuras, uno de los episodios más trascendentales y menos divulgada de la Historia Antigua de España: la llegada de los visigodos a la Península.